Pastoral Juvenil Vocacional

Pastoral Juvenil Vocacional

Quiénes somos

  • Los Misioneros Claretianos somos una Congregación al servicio de la Palabra de Dios.
  • Fuimos fundados por San Antonio María Claret el 16 de julio de 1849 en Vic, España
  • Nuestro ideal es seguir a Jesucristo viviendo como Él y dedicando nuestra vida a Dios, a los demás, a la predicación del Evangelio por todos los medios posibles.
  • Somos más de 3000 misioneros y pertenecemos a 70 países, diversas lenguas y culturas.

 

Definición del Misionero

Un Hijo del Inmaculado Corazón de María

es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa.

Que desea eficazmente y procura por todos los medios

encender a todos los hombres en el fuego del divino amor.

Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos;

abraza los sacrificios; se complace en las calumnias;

se alegra en los tormentos y dolores que sufre y se gloría en la cruz de Jesucristo.

No piensa sino cómo seguirá e imitará a Cristo

en orar, en trabajar, en sufrir, en procurar siempre y únicamente

la mayor gloria de Dios y la salvación de los hombres.

(San Antonio María Claret)

 

 

El sueño Congregacional

Soñamos una Congregación peregrina,

arraigada en la fe en Jesucristo y en la espiritualidad claretiana.

Soñamos con Claret una Congregación que, a ejemplo de María,

atesora en su corazón, cumple y proclama la Palabra de Dios.

Soñamos una Congregación de misioneros que compartimos nuestra vida,

diversidad y recursos en comunidades configuradas por la misión y ministerios que

Dios nos confía. Nos animamos y acompañamos unos a otros, como hermanos,

a través de la mutua escucha, sin descartar a nadie.

Soñamos una Congregación audaz e itinerante que,

enviada por el Espíritu del Señor (cf. Lc 4,18; Hch 8,28.39),

sale hacia las periferias, se acerca a los jóvenes, camina con ellos

y los anima a responder a la llamada de Dios.

Soñamos una Congregación que,

partiendo de la animación bíblica de toda la pastoral (cf. VD, 73),

evangeliza con todos los medios en misión compartida,

en diálogo interreligioso y haciendo uso inteligente

de diferentes medios de comunicación.

 

 

Nuestro carisma

1. Misioneros con Espíritu

La Congregación nos pide tomar conciencia de nuestra llamada a ser hombres abiertos al Espíritu, conducidos por Él y siempre dóciles a sus mociones para poder «arder en caridad» (MS 39), como Hijos del Corazón de María.

2. Oyentes y servidores de la Palabra de Dios

“El ministerio de la Palabra pertenece a lo más genuino de nuestra experiencia carismática” (MS 44). Como María y como Claret, somos llamados a “acoger la Palabra, meditarla en nuestro corazón y proclamarla con pasión” (MS 42). Esto genera hábitos de silencio, adoración, contemplación y discernimiento (MS 43), cuyo fin es testimoniar y proclamar el amor de Dios hacia su pueblo y la revelación de los misterios del Reino a los sencillos (MS 44).

3. Misioneros en comunidad

Nuestra vida misionera al estilo de los apóstoles con Jesús y de la primera comunidad cristiana que tenía un sólo corazón, una sola alma y todo en común (MS 46), vivida y descrita por el Padre Claret como una “colmena” (Aut 608), está llamada a ser «parábola de comunión, signo escatológico y palabra evangelizadora en el mundo de hoy» (MS 46).

4. Enviados a evangelizar y escuchar a los pobres

Desde nuestra vocación misionera, nos identificamos con Jesús y con Claret “ungidos para evangelizar a los pobres”. Asimismo, nos “dejamos evangelizar por ellos” (MS 49). “No se puede ser claretiano como si los pobres no existieran” (CC 44, 46; EG 80), pues son los “destinatarios privilegiados del Evangelio” (EG 48). El sueño misionero de Claret, marcado por la audacia e itinerancia, nos convoca a estar en las periferias con los necesitados (QC 63).

 5. Con toda la Iglesia y quienes buscan la transformación del mundo

“Evangelizar con otros”, multiplicar líderes evangelizadores y vivir la misión compartida es un rasgo carismático ineludible (MS 53). Con espíritu de sinodalidad, colaboramos con gentes de diferentes culturas, etnias y religiones para la transformación del mundo según el designio de Dios (QC 79). La misión compartida no es una estrategia sino nuestro modo de ser y actuar.

6. Abiertos a todo el mundo en diálogo profético

Si con Claret estamos convencidos de que “nuestro espíritu es para todo el mundo”, nos sentimos llamados a entablar un “diálogo profético y de vida”, como clave de nuestra vida y misión. Este diálogo asume diversas formas: presencia, viviendo más que haciendo; diálogo interreligioso e intercultural que promueve la paz y la reconciliación; diálogo con la creación que nos lleva a la conversión ecológica; diálogo con el nuevo continente digital y con las generaciones jóvenes (MS 60).

El diálogo es el estilo y medio de evangelización que configura nuestras palabras, obras, ministerios y modos de vida. Formarnos para el diálogo, implica favorecer la “mística del encuentro” (ad intra y ad extra de la comunidad) y supone la inculturación, la superación de prejuicios, miedos y defensas (MS 63; cfr. CMSM 38).

 

 

Proceso formativo

Etapas de acompañamiento y acogida vocacional

Asumimos la formación como proceso vital. Desde la llegada de los jóvenes a nuestras casas formativas iniciarán su discernimiento y transformación desde el encuentro con Cristo y el envío misionero.

Curso Propedéutico

Esta etapa se caracteriza por recibir  a jóvenes con signos vocacionales, para favorecer su discernimiento, con un acompañamiento específico (DVC 287). Se mantiene como alternativa para nivelar estudios, tener un acercamiento a nuestra vida de comunidad y para potenciar el discernimiento.

Aspirantado

Esta etapa se inicia al término del propedéutico. Es el modo como la Congregación acepta a un candidato que presenta indicios vocacionales para continuar el proceso de discernimiento. Estos indicios deben ser discernibles a través de sus aptitudes básicas de vida de fe y sensibilidad religiosa y, al mismo tiempo, una incipiente voluntad de seguimiento de Cristo en la Congregación (PGF20 312). En esta etapa se cursan los dos primeros años de filosofía.

 Postulantado

Es la etapa de formación inmediatamente preparatoria para el Noviciado. Se ordena a que los candidatos se preparen adecuadamente para comenzar su iniciación en la vida misionera y la Congregación alcance un juicio ponderado sobre las garantías ofrecidas por ellos (PGF20 324). En esta etapa se cursa el tercer año de filosofía.

Etapa del Noviciado

Es el tiempo de iniciación integral en el seguimiento de Cristo evangelizador, según el carisma claretiano, para la incorporación a la Congregación mediante la profesión religiosa. En él, se busca ayudar a los novicios a:

• tener un conocimiento más profundo de la vocación divina según nuestro carisma,

• experimentar el estilo de vida congregacional,

• conformar la mente y el corazón con el espíritu evangelizador; y, al mismo tiempo, poder comprobar su recta intención e idoneidad.

Etapa de Post Noviciado

Esta etapa abarca desde la emisión de la primera profesión religiosa hasta la profesión perpetua (en el caso de los Misioneros Hermanos), o hasta la ordenación (en el caso de los candidatos al ministerio ordenado). Se ordena a proseguir la labor iniciada en el Noviciado, para capacitar al formando en el desempeño de su vocación específica en el Instituto. En esta etapa se cursan los cuatro años de teología.

 Experiencia Comunitario - Apostólica (ECA)

Se trata de uno de los momentos especiales del itinerario de nuestra formación inicial contemplado en el PGF (DIR 238). Se dirige a: 1) favorecer la madurez del formando en su proceso de crecimiento vocacional; 2) desarrollar su capacidad de integración en una comunidad primariamente no formativa; 3) intensificar el contacto con una realidad pastoral determinada, y preparar, en cierto modo, la decisión para solicitar la incorporación definitiva a la congregación.

 Preparación a la Profesión Perpetua

Por la profesión perpetua el misionero de votos temporales se incorpora definitivamente a la Congregación72 y de este modo participa plenamente de su misión en el pueblo de Dios.

La formación para las vocaciones específicas

En nuestro Instituto se da unidad de vocación y de misión, así como diversidad y complementariedad de modos de vivirla.

 

El misionero hermano

La formación de los hermanos, tanto inicial como permanente, debe ser una formación integral, dentro de la cual hay que potenciar de una manera especial aquellos aspectos particulares que están más en consonancia con su vocación laical. Desde ahí busca y señala a Dios en las realidades seculares de la cultura, la ciencia, la salud humana, el mundo del trabajo, el cuidado de los débiles y desfavorecidos.

 

El misionero Diácono

La formación específica del candidato a misionero diácono se ordena a que pueda vivir con plenitud de sentido su propia identidad vocacional en complementariedad con los misioneros presbíteros y hermanos. Imitando a Jesús, que no vino a ser servido sino a servir, los que van a acceder al diaconado se preparan para servir evangélicamente

al Pueblo de Dios y a la propia comunidad en el ministerio de la Palabra, de la liturgia y de la caridad.

 

El misionero Presbítero

La formación para el ministerio presbiteral se ordena a preparar a los formandos para que lleguen a ser presbíteros idóneos, dedicados particularmente al servicio de la Palabra como testigos y mensajeros de la alegría del Evangelio, al estilo de Claret. Desde el punto de vista formativo, requiere que tal preparación se haga por grados y en progresión, tanto con la institución y el ejercicio de los ministerios del lectorado y del acolitado, como con la recepción y el ejercicio del orden del diaconado.