Vigilia Pascual 2025
19 de abril de 2025
Liturgia
El Sábado Santo es, sin duda, uno de los momentos más profundos y misteriosos de nuestra fe. Es un día de silencio, sí, pero no un silencio vacío o triste, sino un silencio lleno de esperanza. Es como ese instante antes del amanecer, cuando todo parece quieto, pero en realidad la luz ya se está preparando para irrumpir con fuerza. La Iglesia permanece en vela, acompañando a María y a los discípulos, esperando con fe que se cumpla la promesa de Jesús: "Al tercer día resucitaré".
Y entonces, al caer la noche, llega la gran celebración: la Vigilia Pascual. ¡Qué momento tan hermoso! Todo comienza con el templo a oscuras, recordándonos la oscuridad del sepulcro y del mundo sin Cristo. Pero pronto, se bendice el fuego nuevo y con él se enciende el Cirio Pascual, símbolo de Cristo resucitado, luz que disipa todas las tinieblas. Ese fuego se va compartiendo entre todos, hasta iluminar toda la iglesia. ¡Es una imagen impresionante del poder de la Resurrección!
Luego, se bendice el agua, otro signo fundamental. El agua que purifica, que da vida, que nos recuerda nuestro Bautismo, cuando fuimos sumergidos en la muerte de Cristo para resucitar con Él.
¡Qué alegría ver cómo la Iglesia crece y se renueva en esta noche gloriosa!
Durante la Vigilia, la Palabra de Dios nos habla con fuerza. Se proclaman lecturas del Antiguo Testamento, que nos muestran la historia de la salvación: la creación, el paso del mar Rojo, las promesas de los profetas, todo eso se cumple en Cristo. Luego, escuchamos con gozo la Epístola y, finalmente, el anuncio glorioso del Evangelio: ¡Cristo ha resucitado!. No es un recuerdo, no es una metáfora, es un acontecimiento real que cambió la historia y cambia nuestras vidas.
Esta noche no es solo una celebración hermosa; es una invitación. Jesús nos llama a vivir como hijos de la luz, a dejar atrás la tristeza, el miedo y el pecado, y a abrazar la vida nueva que Él nos ofrece. La Resurrección no es el final de la historia, ¡es el comienzo de una misión! Somos enviados a anunciar con alegría: ¡Cristo vive! Y si Él vive, todo cambia. Nada ni nadie tiene la última palabra sobre nosotros, excepto Dios.
Así que celebremos con todo el corazón esta Pascua. Que la luz del Cirio Pascual ilumine nuestras decisiones, nuestras relaciones y nuestros sueños. Que este fuego encendido en nuestros corazones nos impulse a llevar el Evangelio a todos los rincones de nuestra vida. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! Y nosotros, respondemos con fe y entusiasmo: ¡Sí, verdaderamente ha resucitado! ¿Estás listo para vivir esta nueva vida?