El pasado 19 de diciembre se realizó la tradicional posada parroquial, que comenzó en la capilla de la Parroquia y continúo por las calles aledañas a la Parroquia hasta llegar al Dispensario del Valle, el camino estuvo lleno de alegría, cantos de villancicos y la pedida de posada en diferentes casas de algunos feligreses de la Parroquia.

Después hubo comida, juegos y no podían faltar las piñatas, en donde niños, jóvenes, adultos, sacerdotes y religiosas disfrutaron con gran alegría.

Las posadas no son solo una tradición bonita; son un recordatorio vivo del camino que María y José hicieron antes del nacimiento de Jesús. Imaginen a María, cansada, pero llena de esperanza, y a José, con el corazón firme, buscando un lugar donde pudiera nacer el Salvador.

Por eso, cuando participamos en las posadas, no es solo un rato de diversión o de romper piñatas. Es un momento para recordar que cada uno de nosotros puede ser un posadero que abre la puerta de su corazón: a Jesús, a nuestros amigos, a nuestras familias y a quienes más lo necesitan.