Jubileo de las Familias 2025

1 de marzo de 2025

Ministros de la Eucaristía

El sábado 1 de marzo vivimos el jubileo de las familias, fue un encuentro verdaderamente emotivo, donde las familias fueron las protagonistas de un espacio lleno de fe, amor y unidad. Desde el inicio, se sintió el ambiente cálido y fraterno que solo la comunidad puede ofrecer, recordándonos que la familia es el primer lugar donde aprendemos a amar y a ser amados. ¡Qué hermoso es ver cómo los valores del Evangelio cobran vida en el corazón del hogar!

El eje temático de este encuentro nos invitó a reflexionar sobre la importancia de preservar la unidad, la paz, el amor, la paciencia, la tolerancia y la solidaridad. Como Iglesia doméstica, cada familia está llamada a ser reflejo del amor de Dios, caminando juntos en la fe, padres con hijos, abuelos con nietos, y todos como peregrinos de la esperanza. En estos tiempos donde el mundo necesita tanto de luz y esperanza, María Santísima nos guía con su amor maternal, recordándonos que no estamos solos en este caminar.

Uno de los momentos más enriquecedores del encuentro fueron las dinámicas y talleres diseñados para cada integrante según su etapa de vida. Fue hermoso ver a los más pequeños aprendiendo con alegría, a los jóvenes compartiendo su fe con entusiasmo, y a los adultos fortaleciendo su compromiso familiar. A través de cada actividad, se reafirmó la importancia del diálogo, el respeto y la construcción de una familia sólida en Cristo.

La convivencia familiar fue el corazón de este encuentro. Desde juegos hasta premiaciones por familia, pasando por una deliciosa comida compartida y un alegre baile, todo fue una oportunidad para fortalecer los lazos entre nosotros. En cada sonrisa, en cada abrazo y en cada palabra de aliento, se hizo presente el amor de Dios, recordándonos que la familia es un tesoro que debemos cuidar con esmero.

La celebración de la Santa Misa fue el punto culminante del encuentro, donde un hermoso coro diocesano nos acompañó con cantos llenos de fervor. En la Eucaristía, ofrecimos nuestras familias al Señor, pidiendo su bendición para que cada hogar sea un reflejo de su amor misericordioso. No hay mejor manera de cerrar un encuentro que con la certeza de que Dios camina con nosotros y nos fortalece en nuestra misión de ser familias santas.

Sin duda, este encuentro ha sido un regalo para todos los que tuvimos la dicha de participar. Nos llevamos en el corazón el compromiso de seguir construyendo familias enraizadas en la fe, guiadas por la luz de María y sostenidas por la gracia de Dios. Que este sea solo el inicio de un camino donde, como Iglesia doméstica, sigamos creciendo juntos en amor y esperanza.