Domingo 16º del Tiempo Ordinario

19 de julio de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María. CDMX

         El 16 de julio fue un día festivo para los Misioneros Claretianos y para toda la Familia Claretiana. El día que la Iglesia Universal celebra a Nuestra Señora del Carmen, el Padre Fundador, Antonio María Claret, con cinco sacerdotes más, iniciaron una "gran" obra, Una empresa que comenzó siendo muy "pequeña" como la semilla de mostaza del evangelio y ahora, se ha convertido en un árbol frondoso, por la acción misericordia de Dios. Ten presente esta intención, por favor, en tu oración.

 

Libro de la Sabiduría 12,13.16-19.

 

         Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todos, para que puedas mostrar que no juzgas injustamente; 16Porque tu poder es el principio de la justicia y el ser dueño de todos te hace perdonarlos a todos. 17Ante el que no cree en la perfección de tu poder despliegas tu fuerza, y confundes la imprudencia de aquellos que la conocen; 18pero tú, dueño de tu fuerza, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia; hacer uso de tu poder está a tu alcance cuando quieres. 19Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el hombre justo debe ser humano, e infundiste a tus hijos la esperanza, porque dejas arrepentirse a los que pecan.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Salmo Responsorial (85)

 

        R. Tú, Señor, eres bueno y clemente

         Puesto que eres, Señor, bueno y clemente, y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta. R

         Señor, todos los pueblos vendrán para adorarte y darte gloria, pues sólo tú eres Dios, y tus obras, Señor son portentosas. R

         Dios entrañablemente compasivo, todo amor y lealtad, lento a la cólera, ten compasión de mí, pues clamo a ti, Señor, a toda hora. R

 

Carta a los Romanos 8,26-27

 

         Hermanos, el Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad. Aunque no sabemos pedir como es debido, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no se pueden expresar. 27Y el que sondea los corazones sabe lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados de acuerdo con la voluntad de Dios.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Evangelio de San Mateo 13,24-43

 

         Jesús les contó otra parábola a los discípulos: El reino de los cielos es como un hombre que sembró semilla buena en su campo. Y el que sondea los corazones sabe lo que pretende el Espíritu cuando suplica por los consagrados de acuerdo con la voluntad de Dios. 25Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. 26Cuando el tallo brotó y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. 27Fueron entonces los sirvientes y le dijeron al dueño: Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿De dónde le viene la cizaña? 28Les contestó: Un enemigo lo ha hecho. Le dijeron los sirvientes: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? 29Les contestó: No; porque, al arrancarla, van a sacar con ella el trigo. 30Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Cuando llegue el momento, diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña, y en atados échenla al fuego; luego recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.

         31Les contó otra parábola: El reino de los cielos se parece a una semilla de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. 32Es más pequeña que las demás semillas; pero, cuando crece es más alta que otras hortalizas; se hace un árbol, vienen los pájaros y anidan en sus ramas… 34Todo esto se lo expuso Jesús a la multitud con parábolas; y sin parábolas no les expuso nada. 35Así se cumplió lo que anunció el profeta: Voy a abrir la boca pronunciando parábolas, profiriendo cosas ocultas desde la creación del mundo.

         36Después, despidiendo a la multitud, entró en casa. Se le acercaron los discípulos y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña. 37Él les contestó: El que sembró la semilla buena es el Hijo del Hombre; 38el campo es el mundo; la Buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los súbditos del Maligno; 39el enemigo que la siembra es el Diablo; la cosecha es el fin del mundo; los cosechadores son los ángeles. 40Como se junta la cizaña y se echa al fuego, así sucederá al fin del mundo: 41El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles que recogerán de su reino todos los escándalos y los malhechores; 42y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes. 43Entonces, en el reino de su Padre, los justos brillarán como el sol. El que tenga oídos que escuche.

 

Palabra del Señor

Gloria a tí, Señor Jesús

 

Puntos para la reflexión:

 

         Por lo general, tendemos a buscar a Dios en lo espectacular y prodigioso, no en lo pequeño e insignificante. Por eso les resultaba difícil a los galileos creer a Jesús cuando les decía que Dios estaba ya actuando en el mundo. ¿Dónde se podía sentir su poder? ¿Dónde estaban las «señales extraordinarias» de las que hablaban los escritores apocalípticos?. Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia salvadora de Dios de otra manera. Les descubrió su gran convicción: la vida es más que lo que se ve. Mientras vamos viviendo de manera distraída sin captar nada especial, algo misterioso está sucediendo en el interior de la vida.

 

         Con esa fe vivía Jesús: no podemos experimentar nada extraordinario, pero Dios está trabajando el mundo. Su fuerza es irresistible. Se necesita tiempo para ver el resulta-do final. Se necesita, sobre todo, fe y paciencia para mirar la vida hasta el fondo e intuir la acción secreta de Dios. Tal vez la parábola que más les sorprendió fue la de la semilla de mostaza. Es la más pequeña de todas, como la cabeza de un alfiler, pero con el tiempo se convierte en un hermoso arbusto. Por abril, todos pueden ver bandadas de jilgueros cobijándose en sus ramas. Así es el «reino de Dios».

 

         El desconcierto tuvo que ser general. No hablaban así los profetas. Ezequiel lo comparaba con un «cedro magnífico», plantado en una «montaña elevada y excelsa», que echaría un ramaje frondoso y serviría de cobijo a todos los pájaros y aves del cielo. Para Jesús, la verdadera metáfora de Dios no es el «cedro», que hace pensar en algo grandioso y poderoso, sino la «mostaza», que sugiere lo pequeño e insignificante. Para seguir a Jesús no hay que soñar en cosas grandes. Es un error que sus seguidores busquen una Iglesia poderosa y fuerte que se imponga sobre los demás. El ideal no es el cedro encumbrado sobre una montaña alta, sino el arbusto de mostaza que crece junto a los caminos y acoge por abril a los jilgueros.

 

         Dios no está en el éxito, el poder o la superioridad. Para descubrir su presencia salvadora, hemos de estar atentos a lo pequeño, lo ordinario y cotidiano. La vida no es solo lo que se ve. Es mucho más. Así pensaba Jesús.

 

         Conclusión: Al terminar tu reflexión personal, pon en manos de Dios tus intenciones y puedes concluir con esta Plegaria:

 

 

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe