Sexto Domingo de Pascua

17 de mayo de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María

         Según la historia, la Señora Emilia murió cuándo su hijo Karol (ahora San Juan Pablo II) tenía nueve años. Qué situación tan triste debió vivir el niño. La orfandad debe ser una de las experiencias más dolorosas de la vida. Pues parece que los Discípulos de Jesús, y los primeros cristianos, experimentaron este dolor, sentían "desamparo" a causa de la ausencia física del Maestro. Jesús, antes de partir, los consuela y les promete el Espíritu Santo, la presencia amorosa de Dios que ayuda en las dificultades, que protege y que conforta, que renueva y fortalece. Al comenzar este momento de oración, ponte en las manos del Señor y pídele que su "palabra" conforte tu corazón.

 

Hechos de los Apóstoles 8,5-8.14-17

 

         Felipe bajó a una ciudad de Samaria y allí proclamaba al Mesías. 6La multitud escuchaba con atención e íntimamente unida lo que Felipe decía, porque oían y veían las señales que realizaba. 7Espíritus inmundos salían de los poseídos dando grandes voces; muchos paralíticos y lisiados se sanaban, 8y la ciudad rebosaba de alegría. 14En Jerusalén los apóstoles se enteraron que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, y les enviaron a Pedro y Juan. 15Éstos bajaron y rezaron para que recibieran el Espíritu Santo 16porque todavía no había bajado sobre ninguno de ellos y sólo estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Salmo Responsorial (65)

 

        R. Las obras del Señor son admirables. Aleluya

         Que aclame al Señor toda la tierra. Celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: Tu obra es admirable. R.

         Que se postre ante tí la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres. R

         El transformó el Mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: el Señor es eterno y poderoso. R

         Cuántos temen a Dios, vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó su súplica, ni me retiró su gracia. R

 

Primera Carta de Pedro 3,15-18

 

         Honren a Cristo como Señor de sus corazones. Estén siempre dispuestos a defenderse si alguien les pide explicaciones de su esperanza, 16pero háganlo con modestia y respeto, con buena conciencia; de modo que los que hablan mal de su buena conducta cristiana queden avergonzados de sus propias palabras. 17Es mejor sufrir por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por hacer el mal. 18Porque Cristo murió una vez por nuestros pecados, el justo por los injustos para llevarlos a ustedes a Dios: sufrió muerte en el cuerpo, resucitó por el Espíritu.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Evangelio de San Juan 14,15-21.

 

         Dijo Jesús a sus discípulos: Si me aman, cumplirán mis mandamientos; 16y yo pediré al Padre que les envíe otro Defensor que esté siempre con ustedes: 17el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. 18No los dejo huérfanos, volveré a visitarlos. 19Dentro de poco el mundo ya no me verá; ustedes, en cambio, me verán, porque yo vivo y ustedes vivirán. 20Aquel día comprenderán que yo estoy en el Padre y ustedes en mí y yo en ustedes. 21Quien recibe y cumple mis mandamientos, ése sí que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.

 

Palabra del Señor

(Gloria a tí, Señor Jesús)

 

 

Algunos puntos para reflexionar:

 

         Samaría era territorio hostil para los judíos desde tiempo inmemorial, y refugio natural cuando las disputas religiosas amenazaban la propia vida. En aquellos terrenos el movimiento de los galileos encontró tierra fértil, como deja asentado el relato de la lectura de Hechos. Felipe era uno de los judíos helenistas de Jerusalén que sufrieron persecución judía debido a sus puntos de vista universalistas, pues relativizaban la función del templo y las prescripciones mosaicas, entre otros asuntos en Lisa. Se fue a refugiar a Samaría, donde su predicación sembraba la alegría en todos porque estaba respaldada con las señales de curaciones y exorcismos. Pedro y Juan debieron bajar para, con la imposición de las manos sobre los convertidos a Cristo, sellar la comunión fraterna en la misma fe.

 

         El autor de la Primera carta de Pedro exhorta a los fieles a la modestia y respeto cuando se trate de mostrar a los extraños la coherencia de la propia fe, de modo que sean las obras las que hablen y no la elocuencia apabullante. “Contra los hechos no valen los argumentos”, dice el adagio. No hay mejor defensa y argumentación de la fe en Cristo Jesús que las buenas obras, realizadas por el propio creyente; ellas avasallan cualquier cuestionamiento. El fundamento del buen hacer de los fieles no es alcanzar un estado de virtud superior al de los demás, sino asimilarse al ejemplo de Cristo, cuya obra redentora condensan las últimas líneas.

 

         El texto evangélico de Juan viene de los discursos de despedida de Jesús. En ellos se asegura a los discípulos que la partida de Jesús no significa dejarlos huérfanos. Él mismo rogará al Padre para enviarles otro consolador, que los hará caminar con toda certeza cuando las situaciones los hagan zozobrar. Dicho consolador es el Espíritu de la verdad, que les certificará en el cumplimiento del amor discipular.

 

         Las tres lecturas nos conducen a fijarnos en el Espíritu Santo. En apretada síntesis podríamos decir que el Espíritu significa para el creyente comunión eclesial, fuerza vivificadora y sello de la alianza mesiánica. El Espíritu Santo no anula las diferencias entre los creyentes, para uniformarlos en la misma opinión. No. Lo que hace es unificar en la diversidad, por encima de las diferencias étnicas y sociales, avivar el misterio pascual en la espiritualidad del creyente y unir indisolublemente con Cristo mediante el cumplimiento del amor mutuo. Por eso cabe preguntarnos dónde y cómo se nota la actuación del Espíritu de Dios.

 

         Quieres hacer un canto al Espíritu Santo?

         Concluye la oración con tus propias palabras e invoca a María de Guadalupe:

 

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe