Domingo 13° del Tiempo Ordinario

28 de junio de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María. CDMX

         Los últimos días del mes de marzo comenzamos la "cuarentena" y nos habían dicho que el "pico" de la pandemia sería la primer quincena de mayo. Pues ya estamos terminando junio y continuamos en la "meseta" de nueva enfermedad. Nos podemos preguntar: ¿qué es lo que nos quiere decir el Señor en estas circunstancias?; ¿qué hemos aprendido del confinamiento? ¿qué tenemos que modificar en nuestra conducta y en nuestra vida?

 

         La liturgia de la palabra nos invita a seguir a Jesús, a ser fieles en su seguimiento. Nos exhorta a asumir nuestra responsabilidad y a vivir en el amor en doble dirección: a Dios y al Prójimo. Amar es tomar la cruz y estar dispuesto a entregar la vida.

 

2 Libro de los Reyes 4,8-11.14-16a

 

         Un día pasó Eliseo por Sunán. Había allí una mujer rica que le obligó a comer en su casa; después, siempre que él pasaba, entraba allí a comer. 9Un día dijo la mujer a su marido: Mira, ése que viene siempre por casa es un santo hombre de Dios. 10Si te parece, le haremos en la azotea una pequeña habitación; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y cuando venga a casa, podrá quedarse allí arriba. 11Un día que Eliseo llegó a Sunán, subió a la habitación de la azotea y durmió allí. 14Pero Eliseo insistió: ¿Qué podríamos hacer por ella? Guejazí comentó: Qué sé yo. No tiene hijos y su marido es viejo. 15Eliseo dijo: Llámala. La llamó. Ella se quedó junto a la puerta 16y Eliseo le dijo: El año que viene por estas fechas abrazarás a un hijo.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Salmo Responsorial (88)

 

         R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor

         Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor, y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos". R

         Señor, feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina, que en tu nombre se alegra a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia. R

         Feliz, porque eres tú su honor y fuerza y exalta tu favor nuestro poder. Feliz, porque el Señor es nuestro escudo y el santo de Israel es nuestro rey. R

 

Carta a los Romanos 6,3-4.8-11

 

         Hermanos: ¿No saben que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. 8Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. 9Sabemos que Cristo, resucitado de la muerte, ya no vuelve a morir, la muerte no tiene poder sobre él. 10Muriendo murió al pecado definitivamente; viviendo vive para Dios. 11Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

         Aleluya, aleluya. Ustedes son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya, aleluya.

 

Evangelio de San Mateo 10,37-42

 

         Dijo Jesús a sus discípulos: 37Quien ame a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; quien ame a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí. 38Quien no tome su cruz para seguirme no es digno de mí. 39Quien se aferre a la vida la perderá, quien la pierda por mí la conservará. 40El que los recibe a ustedes a mí me recibe; quien me recibe a mí recibe al que me envió. 41Quien recibe a un profeta por su condición de profeta tendrá paga de profeta; quien recibe a un justo por su condición de justo tendrá paga de justo. 42Quien dé a beber un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por su condición de discípulo, les aseguro que no quedará sin recompensa.

 

Palabra del Señor

Gloria a tí, Señor Jesús

 

 

Pistas para la Reflexión

 

         Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal, que tanto daño hacen a las personas. Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento, suprimiendo injusticias y contagiando fuerza para vivir. Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar el bien de los últimos sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los crucificados y no verse un día «crucificado».

         Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más gráfico. Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e indefenso, era obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la cruz hasta el lugar de la ejecución, donde esperaba el madero vertical fijado en tierra. Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su objetivo era que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un hombre indigno de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo muerto.

 

         Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a decir más o menos lo siguiente: «Si me siguen, tienen que estar dispuestos a ser rechazados. Les pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos parecerán culpables. Los condenarán. Buscarán que no molesten. Tendrán que llevar su cruz. Entonces se parecerán más a mí. Serán dignos seguidores míos. Compartirán la suerte de los crucificados. Con ellos entraran un día en el reino de Dios». Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.

 

         Para reflexionar durante estos días: Evaluemos ¿Qué tanto estamos adheridos al proyecto de Jesús? Y, además, ¿Qué convicciones desde el proyecto de Jesús nos mueven para hacer posible el Reino de Dios aquí y ahora?

 

Después de la Reflexión, puedes concluir con esta plegaria:

 

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe