Sábado Santo - Vigilia Pascual en la Noche Santa

11 de abril de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María

Esta noche es muy especial para los Católicos del Mundo Entero porque hacemos memoria agradecida a Dios por la Resurrección del Señor. En esta noche "recordamos" (volvemos a tocar nuestro corazón) el triunfo de Jesús sobre la muerte. El fuego nuevo es bendecido para de ahí tomar la llama con la cual encendemos el Cirio Pascual, presencia viva de Cristo entre nosotros.

 

         En esta noche significativa, te recomiendo, reunir a tu Familia, encender el Cirio y rezar el Pregón Pascual (de preferencia, todos de pie) que viene a continuación. (cuándo termines el "pregón" puedes apagar el cirio y tomar asiento):

 

Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo,

y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.

 

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad,

y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,

se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

 

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante;

resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces

y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso,

y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y,

derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,

en las que se inmola el verdadero Cordero,

cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

 

Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres,

y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

 

Ésta es la noche en que la columna de fuego

esclareció las tinieblas del pecado.

 

Ésta es la noche en que, por toda la tierra,

los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo

y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia

y son agregados a los santos.

Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte,

Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad!

¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

 

Necesario fue el pecado de Adán,

que ha sido borrado por la muerte de Cristo.

¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

 

¡Qué noche tan dichosa!

Sólo ella conoció el momento

en que Cristo resucitó de entre los muertos.

 

Ésta es la noche de la que estaba escrito:

«Será la noche clara como el día,

la noche iluminada por mí gozo.»

 

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados,

lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos,

la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia,

doblega a los poderosos.

 

En esta noche de gracia, acepta, Padre santo,

este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece

por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio,

hecho con cera de abejas.

 

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,

ardiendo en llama viva para gloria de Dios.

Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla,

porque se alimenta de esta cera fundida, que elaboró la abeja fecunda

para hacer esta lámpara preciosa.

 

¡Que noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre,

arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche,

y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo.

 

Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso

y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro,

brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso

por los siglos de los siglos. Amén.

 

         La liturgia de la palabra de este día es abundante porque va "narrando" la obra salvífica de Dios en la historia y culmina con el relato de la resurrección del Señor. Se recomienda un mínimo de tres lecturas, cada una con un salmo y concluye con una oración. Hemos seleccionado sólo dos y el texto evangélico.

 

Del libro del Génesis 1,1–2,2

(Si quieres leer el texto completo, toma tu biblia)

 

         … 26Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los rep­tiles. 27Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó. 28Y los bendijo Dios y les dijo: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra…

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Salmo Responsorial (32): La tierra llena está de tus bondades.

 

         Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R

         La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares encerró como en un odre y como en una presa, los océanos.

         Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo, el Señor, atentamente, mira a todos los hombres. R

         En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en tí, Señor, hemos confiado. R

 

         Después de las lecturas, se canta solemnemente el himno de Gloria a Dios en el cielo mientras se tocan las campanas como signo de "triunfo".

 

De la Carta a los Romanos 6,3-11

 

         ¿No saben que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. 5Porque, si nos hemos identificado con él por una muerte como la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección…

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

 

Del Evangelio de San Marcos 16,1-7

 

         Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María de Santiago y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo. 2El primer día de la semana, muy temprano, cuando amanecía, llegaron al sepulcro. 3Se decían: ¿Quién nos moverá la piedra de la entrada del sepulcro?. 4Alzaron la vista y observaron que la piedra estaba movida. Era muy grande. 5Al entrar al sepulcro, vieron un joven vestido con un hábito blanco, sentado a la derecha; y quedaron sorprendidas. 6Les dijo: No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No está aquí, ha resucitado. Miren el lugar donde lo habían puesto. 7Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán, como les había dicho.

 

Palabra del Señor

(Gloria a tí, Señor Jesús)

 

Un comentario para la reflexión:

 

         Las mujeres han inaugurado el día más largo de la historia. Ellas están en el corazón del día más glorioso que la humanidad ha conocido. Cristo ha sido resucitado por el Padre. Dios ha rehabilitado al injustamente asesinado y en su resurrección, han sido justificadas todas las víctimas de la historia. Hoy, después de un silencio, reverencial y solemne, la Iglesia cantará el gloria y se unirá al cántico de los hombres y mujeres de buena voluntad, que esperan que algo nuevo suceda en la humanidad. Lo más importante es recordar que en este primer canto de gloria, cuando todo comenzó a ser “novedad total” por la Resurrección, fueron las mujeres las portadoras de la alegre y gozosa noticia que el crucificado estaba vivo. Fueron mujeres con nombres y apellidos; mujeres reales y no hombres, las que experimentan de primera mano cómo Dios coloca en marcha la nueva humanidad. Ellas anuncian al mundo la verdad de Dios. Ellas se hacen portavoces del acontecimiento que cambió, para siempre, el curso de la historia: la Resurrección.

 

         Presenta Dios tus necesidades ... y termina rezando el Padre Nuestro...

 

        Después, con devoción, pronuncia estas palabras:

 

         Que Dios todopoderoso nos bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y compadecido, nos guarde de todo pecado. Amén. Que nos conceda el premio de la inmortalidad aquel que nos ha redimido para la vida eterna con la Resurrección de su Hijo. Amén. Que nosotros, una vez terminados los días de la Pasión, celebramos con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, podamos participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna. Amén. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.