La bodega

16 de abril de 2020

R. P. Alejandro Quezada, cmf

         El sismo del 19 de septiembre de 1985 no solamente sacudió la Ciudad de México sino que dejo una estela de tristeza, de dolor y de muerte. Un acontecimiento que nos trae a la "memoria emocional" muchos sentimientos y uno de ellos: la vulnerabilidad. Este sismo causó serios y lamentables daños en toda la Ciudad, y hablando del templo parroquial, puso en jaque una "bodega" en la que se había una escalera, construida con cemento y varilla, que daba acceso al Camerino de la Virgen del Purísimo Corazón.

 

         Por la intempestiva entrada del "corona-virus" en el país y por todas las medidas sanitarias y pastorales, recomendabas por el Gobierno de la Ciudad y el Arzobispo Primado, hemos dejado estas tareas para más adelante. El CAFI (Consejo de Asuntos Financieros) pensaba acondicionar esta "bodega" como un salón de reuniones para los grupos parroquiales. Disponía de cinco cotizaciones para su realización y empezaba a ver la forma de obtener los recursos.

 

         Como pensábamos remodelar el lugar, los sacristanes y un servidor, lo fuimos desescombrando poco a poco. Unas cosas las regalamos, otras las tiramos y algunas más de valor, litúrgico o económico, las ubicamos en un nuevo espacio. Allí encontramos cinco "bases" que han servido como ciriales, candeleros y soportes de floreros. No tenemos el registro de quién fue el artesano que los elaboró y la forma de cómo llegaron a la parroquia. Lo cierto es que mirando los detalles, nos quedamos sorprendidos.

 

         Cada cirial, consta de cuatro partes. En la primera, hablando de abajo, está el rostro sufriente de Jesucristo, coronado de espinas; signo claro de la entrega de su vida en el viernes santo. En la segunda parte, hay una cruz lisa, enmarcado en un cordón trenzado, escoltado por tres flores, señal alusiva a la resurrección del Señor. En la tercera parte, una especie de columna que se levanta victoriosa como queriendo llegar al cielo; una referencia, quizá a la Ascensión del Señor. Finamente, la última parte, es la base en dónde se coloca el cirio encendido, signo de Jesucristo, luz del mundo.

 

         Viéndolos con cuidado, decidimos enviarlos al orfebre para que, después de una profunda limpieza, un buen dorado y una delicada barnizada, ubicarlos en el templo, dos, custodiando al Sagrado Corazón de Jesús, otros dos, al Señor San José y el quinto, sigue en el taller, lo colocaremos a los pies de la Virgen de Guadalupe.