Domingo de la Divina Misericordia

19 de abril de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María, Colonia del Valle. Ciudad de México

         Sin lugar a dudas de que hemos vivido una "Semana Santa" muy distinta a todas las anteriores. Ahora, quizá, hemos pasado más tiempo pendientes de la televisión o del celular para participar en los diferentes oficios del Triduo Pascual. Nos ha hecho falta la presencia física y el sentido de "comunidad" y de familia reunida en la parroquia. El Espíritu Santo nos ha movido para acompañar a Jesús, desde la última Cena hasta el sepulcro, al lado de María Santísima. En la Vigilia Pascual hemos cantado: El Señor ha resucitado y al mismo tiempo hemos fortalecido la esperanza, en las circunstancias que estamos viviendo. Este domingo, es el domingo de la Divina Misericordia. Si tienes tu cirio pascual, enciéndelo, mientras haces tu oración.

 

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,42-47

 

         Los hermanos se reunían frecuentemente para escuchar la enseñanza de los apóstoles, y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. 43Ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles, un sentido de reverencia se apoderó de todos. 44Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común. 45Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno. 46A diario acudían fielmente e íntimamente unidos al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera. 47Alababan a Dios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvando.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Salmo Responsorial (117)

 

         R. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

 

         Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna" Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R

         Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R

         La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor; es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R

 

De la Primera Carta de Pedro 1,3-9

 

         Bendito sea Dios, padre de nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, 4a una herencia que no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse, reservada para ustedes en el cielo. 5Porque gracias a la fe, el poder de Dios los protege para que alcancen la salvación dispuesta a revelarse el último día. 6Por eso alégrense, aunque por el momento tengan que soportar pruebas diversas. 7Así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba será mucho más preciosa que el oro perecedero purificado por el fuego y se convertirá en motivo de alabanza, honor y gloria cuando se revele Jesucristo. 8Ustedes lo aman sin haberlo visto y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con gozo indecible y glorioso, 9ya que van a recibir, como término de su fe, la salvación personal.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Del Evangelio de San Juan 20,19-31

 

          Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: La paz esté con ustedes. 20Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. 21Jesús repitió: La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así yo los envío a ustedes. 22Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo. 23A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan les quedarán retenidos. 24Tomás, llamado Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Él replicó: Si no veo en sus manos la marca de los clavos, si no meto el dedo en el lugar de los clavos, y la mano por su costado, no creeré. 26A los ocho días estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: La paz esté con ustedes. 27Después dice a Tomás: Mira mis manos y toca mis heridas; extiende tu mano y palpa mi costado, en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. 28Le contestó Tomás: Señor mío y Dios mío. 29Le dice Jesús: Porque me has visto, has creído; felices los que crean sin haber visto. 30Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están relatadas en este libro. 31Éstas quedan escritas para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.

 

Palabra del Señor

(Gloria a tí, Señor Jesús)

 

Para la reflexión:

 

         Uno de los grandes ideales humanos, constatable en todas las épocas, es el de vivir digna y equitativamente, con otros, en grupo y armoniosamente. Se trata de algo inherente a nosotros, de esa necesaria condición relacional, porque solo así nos humanizamos y devenimos imagen de Dios con mayor definición.

 

En los Hechos, encontramos referencia a ese ideal de vida comunitaria con el sello de Jesús, que los primeros cristianos buscaron hacer realidad en Jerusalén. Los que abrazaban la fe en Jesús muerto y resucitado, dieron un paso decisivo en la búsqueda de que el Reino de Dios se hiciera realidad en su mundo inmediato. Vale tener en cuenta que ese estilo de vida común se verifica en la sociedad judía, es decir, con elementos y disposiciones básicos que proceden del marco social que brinda la alianza con Dios. Se conocen expresiones semejantes en comunidades de medios griegos, latinos y del propio judaísmo, como la esenia, la terapeuta y rasgos de agrupaciones fariseas. Con ese contexto social de fondo es que se impostan los rasgos cristianos.

 

Lo específicamente cristiano de este estilo de vida estriba en el aprendizaje de las enseñanzas apostólicas sobre Jesús, sus recursos eucarísticos y solidarios en torno al pan y en ese impulso escatológico consistente en unirse al Señor en su venida inminente viviendo como él, alegres y desprendidos de toda posesión en beneficio de los desamparados. Estos rasgos son característicos del Reino de Dios, y pueden identificarse en las narraciones evangélicas.

 

Aunque aquel retrato de vida común no fue sustentable por mucho tiempo, revela el ideal de vida que el evangelio de Jesucristo impulsa para el pueblo de Dios, y para cada generación. Los sistemas de organización socioeconómica, a lo largo de la historia humana, se han mostrado opresivos y represivos cuando se trata de capitalizar los beneficios para todos y cada uno de los ciudadanos; ellos se basan no en la equidad sustantiva de una comunidad de vida, sino en el ejercicio avaro del poder que termina siendo destructor de las sociedades y sus bienes, como el documento de Aparecida denuncia repetidamente.

 

Desde la fe pascual, es preciso reconstruir el tejido comunitario donde prime la moralidad y la ética de Jesús, tanto en el seno familiar y escolar como en el laboral y social. Para generar al hombre nuevo, no basta denunciar los mecanismos del mercado consumista liberal y abusivo que corroen los principios mismos de humanidad. Necesitamos empeñarnos en sembrar con esperanza y constancia redimensionando la función de los bienes materiales, pero desde un marco consensual o de alianza por la vida digna y equitativa común, sin excepciones. ¿Qué aspectos de la vida humana requieren ser regenerados desde el seguimiento de Jesús? ¿Qué ejercicios de humanidad deberemos hacer para crecer en la solidaridad fraterna?

 

Haz tu oración personal, presenta tus intenciones ... y concluye tu oración con un Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.