Domingo 5 de Abril de 2020 Domingo de Ramos

05 de abril de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María

         En un ambiente de contingencia y de cuidados sanitarios, celebramos con la Iglesia Universal la entrada mesiánica de Jesús a Jerusalén y la alegre recepción que le brinda el Pueblo. Con este acontecimiento histórico - salvífico, concluimos el tiempo de Cuaresma y nos adentramos en la Semana Santa. Dispongamos el corazón para acercarnos a Dios a través de su Palabra.

 

         Puedes tomar una palma, un ramo de flores o de manzanilla y levantarlas mientras cantas: Viva Cristo Rey.

 

         Que viva mi Cristo que viva mi rey, que impere doquiera triunfante su ley (2)

Viva Cristo Rey (2).

         Mexicanos un Padre tenemos que nos dio la patria la unión a ese Padre gozosos cantemos, empuñando con fe su pendón.

         El formó con voz hacedora cuanto existe debajo del sol de la inercia y la nada incolora formó luz en candente arrebol

         Nuestra Patria, la Patria querida, que arrulló nuestra cuna al nacer a Él le debe cuanto es en la vida Sobre todo el que sepa creer.

         En vano que cruel enemigo nuestro Cristo pretende humillar de este rey llevarán el castigo los que intenten su nombre ultrajar.

 

         El Profeta Isaías describe con lujo de detalles la vocación y misión del Siervo de Dios, que en medio del rechazo y de la incomprensión, se mantiene fiel a la tarea encomendada por Dios. El texto es Isaías 50,4-7:

 

         Mi Señor me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me despierta el oído, para que escuche como un discípulo. 5El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: 6ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que me arrancaban la barba; no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos. 7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba; por eso endurecí el rostro como piedra, sabiendo que no quedaría defraudado.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

Salmo 21:

        ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

 

         Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que él lo salve, si de veras lo ama, que lo libre" R.

         Los malvados me cercar por doquier como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R

         Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R

         A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore. R

 

         San Pablo retoma un himno cristológico antiguo que manifiesta la encarnación del hijo de Dios y la entrega de su vida en aras de la Misión que Dios le ha confiado. El texto es de la Carta a los Filipenses 2,6-11

 

         Cristo Jesús, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; 7sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana 8se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz. 9Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre superior a todo nombre, 10para que, ante el nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo; 11y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre.

 

Palabra de Dios

(Te alabamos Señor)

 

 

Mateo 27,11-54 (o 26,14–27,66)

 

(Esta es la versión abreviada, puedes consultar tu biblia si quieres hacer todo el relato de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo)

 

         Jesús fue llevado ante el gobernador, el cual lo interrogó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Contestó Jesús: Tú lo has dicho. 12Pero, cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada… 17Cuando estaban reunidos, les preguntó Pilato: ¿A quién quieren que les suelte? ¿A Jesús Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías? 18Ya que le constaba que lo habían entregado por envidia… 21El gobernador tomó la palabra: ¿A cuál de los dos quieren que les suelte? Contestaron: A Barrabás. 22Respondió Pilato: ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías? Contestaron todos: Crucifícalo. 23Él les dijo: Pero, ¿qué mal ha hecho? Sin embargo ellos seguían gritando: Crucifícalo. 24Viendo Pilato que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y se lavó las manos ante la gente diciendo: No soy responsable de la muerte de este inocente… 31Terminada la burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa. Después lo sacaron para crucificarlo. 32A la salida encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la cruz. 33Llegaron a un lugar llamado Gólgota, es decir, Lugar de la Calavera, 34y le dieron a beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso beberlo. 35Después de crucificarlo, se repartieron a suertes su ropa 36y se sentaron allí custodiándolo. 37Encima de la cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de los judíos. 38Con él estaban crucificados dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza 40y diciendo: El que derriba el santuario y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje de la cruz. 41A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y los ancianos se burlaban diciendo: 42Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43Ha confiado en Dios: que lo libre ahora si es que lo ama. Pues ha dicho que es Hijo de Dios. 44También los asaltantes crucificados con él lo insultaban. 45A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.46A media tarde Jesús gritó con voz potente: Elí Elí lema sabactani, o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 47Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: Está llamando a Elías. 48Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio a beber. 49Los demás dijeron: Espera, a ver si viene Elías a salvarlo. 50Jesús, lanzando un nuevo grito, entregó su espíritu.51El velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se partieron, 52los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron. 53Y, cuando él resucitó, salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la Ciudad Santa. 54Al ver el terremoto y lo que sucedía, el centurión y la tropa que custodiaban a Jesús decían muy espantados: Realmente éste era Hijo de Dios.

 

Palabra del Señor

(Te alabamos Señor)

 

 

Un comentario que nos permita profundizar en la Palabra.

 

         Este domingo abre la Semana Santa o Semana Mayor. Es la semana donde el pueblo creyente recuerda el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Jesús padece el dolor humano, la tragedia humana, el conflicto humano hasta lo más hondo: la muerte y muerte de cruz. Pero para captar la manera cómo el cristianismo primitivo entendió y leyó la muerte de Jesús es necesario repasar la teología Mesiánica en la historia del Israel bíblico. El pueblo de Israel, desde tiempos antiguos, estuvo a la espera del Mesías. La idea mesiánica estaba presente en la conciencia del pueblo. El origen de la teológica mesiánica fue realmente desconcertante. El pueblo estaba convencido que el Mesías que Dios enviaría a libertar al pueblo comprendería el sufrimiento, porque lo padecería en carne propia. Esto lo haría más solidario con el sufrimiento del pueblo. Con esas características se presenta el personaje misterioso del profeta Isaías.

 

         También hubo otra visión: la triunfalista y poderosa, de entender al Mesías como un sujeto gobernado por el supremo poder. Muchas veces, a lo largo de la historia, una pregunta se incrustó en el alma del pueblo: ¿y el Mesías no tendría que llegar con poder? El Mesías tal como se manifestó Jesús, estaría en la línea del Mesías original de Israel. Jesús, el Mesías, comparte la suerte de los más débiles y despreciados de la historia. Esta visión original de mesianismo fue cantada también por el Apóstol San Pablo en la carta a los Filipenses. El Apóstol canta la manera como Jesús se abaja, se anonada para vivir su identidad de Siervo, en medio del pueblo al que busca rescatar.

 

         Los dos capítulos del Evangelio de Mateo de la liturgia de hoy, vuelven a colocar a Jesús en el horizonte Mesiánico original y genuino. El Siervo de Dios es definitivamente Jesús de Nazaret, de eso ya no hay duda. Él es el que cumple las fidedignas promesas mesiánicas. Con Jesús queda claro que la salvación no pasa a través de caminos triunfales, sino por el camino de la “Vía Dolorosa”. El Mesías Jesús se tiene que enfrentar a un tribunal y ha de llegar hasta el lugar de la ejecución, para terminar en un sepulcro. El resto lo hará Dios. Dios es el que tiene la última palabra.

 

         ¿Estamos dispuestos a asumir a Jesús no como un mesías superpoderoso, sino como un Mesías de Misericordioso?

 

            Puedes hacer tu oración personal, concluir con la Comunión Espiritual:

 

         Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi corazón, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos, espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

 

            Termina tu momento de oración con el Padre Nuestro y este canto: Sí, me levantaré

 

         * Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre

         1. Mira mi angustia, mira mi pena. Dame la gracia de tu perdón *

         2. Mi corazón busca tu rostro,  Oye mi voz, Señor, ten piedad *

         3. A ti, Señor, te invoco y te llamo: Tú eres mi Roca, oye mi voz *

         4. No pongas fin a tu ternura, Haz que me guarde siempre tu amor *

         5. Sana mi alma y mi corazón, Porque pequé, Señor, contra ti *

 

         Concluye: Dios poderoso nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén