Domingo 15º del Tiempo Ordinario

12 de julio de 2020

Parroquia del Purísimo Corazón de María. CDMX

         Tal parece que hemos comenzado la temporada de lluvias. Una época del año en que el mundo vegetal recobra fuerza, brillo y color. Este tiempo también se caracteriza por los huracanes, las tormentas tropicales y las lluvias torrenciales. En este ambiente, la liturgia del día nos presenta el "potencial" de la semilla que, generosamente, Dios ha ido sembrando en el corazón de las personas. Dispongámonos a hacer nuestra oración y pidamos al Señor que nos conceda producir fruto, mucho fruto

 

Isaías 55,10-11

 

         Así dice el Señor: Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, 11así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

Salmo Responsorial (64)

 

        R. Señor, dános siempre de tu agua

         Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. R

         Tú preparas las tierras para el trigo; riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. R

         Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia; están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas. R

         Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalan. Todo aclama al Señor. todo le canta. R

 

Carta a los Romanos 8,18-23

 

         Hermanos, considero que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros, porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios. La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma, va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

 

         22Sabemos que hasta ahora la humanidad entera está gimiendo con dolores de parto. 23Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro esperando la condición de hijos adoptivos, el rescate de nuestro cuerpo.

 

Palabra de Dios

Te alabamos Señor

 

 

Evangelio de San Mateo 13,1-23

 

         Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. 2Se reunió junto a él una gran multitud, así que él subió a una barca y se sentó, mientras la multitud estaba de pie en la orilla. 3Les explicó muchas cosas con parábolas: Salió un sembrador a sembrar. 4Al sembrar, unas semillas cayeron junto al camino, vinieron las aves y se las comieron. 5Otras cayeron en terreno pedregoso con poca tierra. Al faltarles profundidad brotaron enseguida; 6pero, al salir el sol se marchitaron, y como no tenían raíces se secaron. 7Otras cayeron entre espinos: crecieron los espinos y las ahogaron. 8Otras cayeron en tierra fértil y dieron fruto: unas ciento, otras sesenta, otras treinta. 9El que tenga oídos que escuche. 10Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: ¿Por qué les hablas contando parábolas? 11Él les respondió: Porque a ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, pero a ellos no se les concede. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aún eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

 

         En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán, mirarán y volverán a mirar, pero no verán porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos ni oir con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

 

                16Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. 17Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y escuchar lo que ustedes escuchan, y no lo escucharon.

 

         Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría, pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno, otro, el sesenta y otros, el treinta.

 

Palabra del Señor

Gloria a tí, Señor Jesús

 

Pistas para la reflexión.

 

         La liturgia de la palabra nos regala esta bella parábola donde Jesús muestra el rostro de Dios como el Sembrador incansable de las palabras del reino. Lo hace de día y de noche. Siempre. Nos presenta la Palabra de Dios que está todo el tiempo sin cansarse sembrando semillas fértiles, palabras de vida en los más variados terrenos de la vida. El fracaso aparente de esa siembra forma parte de su método evangelizador. No busca cantidad sino calidad. No busca éxitos pastorales que sólo alegran superficialmente los sentimientos, pero se agotan ahí mismo sin producir vida. Derrocha sin cansancio en los más variados terrenos la siembra de su palabra. Para ello se afana en escoger terrenos apropiados para la siembra y nos invita a ser sembradores incansables de las palabras del reino. Esas son las palabras de ese mundo alternativo de justicia, paz y de inclusión de los marginados de la historia. No desprecia ningún terreno pero escoge el rincón apropiado para que la palabra fructifique y cumpla su tarea como lo recuerda el Profeta Isaías en la primera lectura.

 

          ¿Qué nos pasa a nosotros, gente de la iglesia, que no acertamos ni con la calidad de la palabra que anunciamos ni con la búsqueda de los terrenos actuales fértiles para esa maravillosa semilla?. Hemos empobrecido la buena noticia del reino con palabras conformistas, nos predicamos a nosotros mismos o predicamos un modelo de iglesia autorreferencial. Hemos aprisionado el evangelio en fórmulas y teologías aburridas. Predicamos muchas palabras “religiosas” pero descuidamos el mensaje central de las Bienaventuranzas. ¿Y qué terrenos hemos seleccionado para nuestras palabras?. Nos hemos concentrado en los ámbitos eclesiales, rituales, morales y hemos descuidado sembrar las palabras del evangelio en los movimientos sociales, en las nuevas generaciones, en el mundo digital, en el sufrimiento de migrantes y refugiados y en las periferias existenciales.

 

         San Pablo, en la carta a los Romanos, nos recuerda que existe un terreno urgente, imprescindible para la siembra de la semilla del reino y es nada menos que el colapso del planeta que sufre dolores de parto esperando otro trato. La calidad de ésta semilla no está produciendo frutos por su débil calidad y porque la estamos prodigando en terrenos agotados. Nos toca inscribirnos en el movimiento actual de conversión pastoral y en la siembra de la palabra en los nuevos paradigmas renovando la calidad de la semilla y viviendo de manera alternativa. En síntesis: ser nosotros palabra viva.

 

         Conclusión: Al terminar tu reflexión personal, pon en manos de Dios tus intenciones y puedes concluir con esta Plegaria:

 

Oración de Consagración a la Virgen de Guadalupe